Ver pelear a Danny García es un placer

Por Hilmar Rojas Erazo 15/03/2014

Hablar de lo que se espera para la pelea de este sábado entre el súper campeón Danny García y el retador Mauricio Herrera es como más de lo mismo, porque siempre que esté en el ring el monarca de ascendencia boricua habrá la expectativa de un combatiente aguerrido, y noqueador.

Para muchos García se dio a conocer tras fajarse, como los buenos y como Dios manda ante el otro guerrero, Lucas Mathysse, en octubre pasado en Las Vegas. Sin embargo, el súper campeón invicto (27-0) de las 140 libras de la AMB, ya tenía largo rato dando que hablar.

Zab Judah, Erik Morales, Amir Khan y Kendal Holt son algunos de los nombres que dejó en el camino el nacido en Filadelfia. Sin embargo, estar de antesalista a una pega de Floyd Mayweather lo hizo verse más, y vaya que García aprovechó el momento.

En lo que puede catalogarse como una de las peleas del año, García dio y recibió en la que desde mi punto de vista fue la pelea que se robó la noche del MGM Grand. Sin bajar la guardia, resolvió ante las premuras y además invitó a la guerra a un castigado Mathysse.

Eso habla mucho de García como boxeador. Tiene ese espíritu, esa hambre de la que muchos hablan y pocos ven. Ese instinto de pegador nato que no suelta al rival hasta verlo destruido, o hasta que intervenga el referee.

En lo particular, eso es lo que me gusta del estadounidense. No se entrega, no se cansa, noquea y boxea. Hasta el momento, tampoco ha rehuido pelea, y tiene planes de ir poco a poco. Sin apuro, sin empujones.

Ver a García pelear es grato. Protagoniza, en líneas generales, esas peleas que todo aficionado disfruta, de esas que te hace poner en duda todos esos quienes dicen que el boxeo está muerto, o que ya no hay campeones como antes.

García tiene mucho de los de antes y también lo propio que lo hace de ahora.