El boxeo no es exclusivo de los pobres
Por Hilmar Rojas Erazo 12/07/2013
El boxeo siempre ha sido un deporte que despierta pasiones, enciende polémicas como todos, pero muchos creen que solo atrae a aficionados de extractos sociales bajos o de poco grado de instrucción. En esto difiero, y mucho.
Nombres como Nelson Mandela, Frank Sinatra y el mismísimo Adolf Hitler están en la lista de los grandes amantes del pugilismo.
Por ejemplo, en su libro Mi Lucha, Hitler habla del deporte como parte importante en el desarrollo educativo. “Hay un deporte que debe ser especialmente alentado, aunque muchas personas que se hacen llamar conservadoras, lo consideran brutal y vulgar, y ese es el boxeo”.
Hitler amaba el boxeo, lo creía natural y respetable. “No es más vulgar que dos jóvenes diriman sus diferencias con sus puños que con dos afiladas piezas de acero”.
Por su parte, una figura más amable y querida por todos fue Fran Sinatra, hijo de un boxeador, siempre estuvo ligado al deporte. Durante sus años en Las Vegas, hizo del Caesars Palace su casa durante cada pelea que se hacía.
Se dice que era un verdadero conocedor del deporte, capaz de hacer críticas y análisis de cualquier pelea como todo un experto. Era amigo de muchos de los boxeadores famosos del momento, y decía que en varias oportunidades era rechazado por otros artistas por su afinidad con los pugilistas.
En varias oportunidades iba a verlos entrenar, incluso antes de peleas importantes. Los periodistas, cámaras y fotógrafos se concentraban más en él que en los mismos boxeadores, que aunque fuesen campeones, pasaban a segundo plano.
Nunca pudo ser un aficionado normal, así como usted o como yo, pero disfrutó de las peleas y campeones como cualquiera de nosotros.
Otro gran aficionado al boxeo es Nelson Mandela, quien en las últimas semanas ha batallado como un campeón para seguir con vida.
Mandela lo deja claro en su autobiografía, Largo Camino a la Libertad. Asegura que durante sus años de lucha más dura contra el gobierno de su país, practicaba el pugilismo para distraerse.
En el mismo explica que cuando boxeaba, en el gimnasio del Donaldson Orlando Community Centre estaba mal equipado: “no teníamos ring y entrenábamos sobre cemento, lo cual era particularmente peligroso cuando un boxeador era noqueado. Sólo teníamos un costal y unos cuantos pares de guantes. No teníamos medicina ni peras fijas, tampoco calzoncillos ni zapatillas adecuadas y tampoco protectores bucal”.
Recuerda también que “no era un destacado boxeador. Yo estaba en la división de los pesos pesados y no tenía el suficiente poder para compensar mi falta de velocidad ni la velocidad para compensar mi falta de poder”.
Pero la frase más resaltante, de la opinión de Mandela acerca del boxeo se la dejo para cerrar este blog: “El boxeo es igualitario. En el ring, rango, edad, color, y riqueza son irrelevantes. Cuando estás dando vueltas a tu oponente, sondeando sus puntos fuertes y débiles, no estás pensando en su color o estatus social”.
